No es el día indicado hermosa muchacha,
no es la hora bendita
para correr de plaza en plaza,
pisar con fuerza el empedrado,
no es momento de que tu cerebro
te transmita una vez tras otra
la sonata de Vivaldi
que con ansia esperas el interpretar
en la vieja sala,
casi desnuda,
encriptada en ese edificio tan antiguo,
en un baile de pasión confusa
con el violín besando tu mejilla,
y tú desgranando
esa juventud entristecida,
como si sobre el pentagrama
lloraras.
No es el día requerido
para que te pasees con confianza,
celerosa, con el alma mostrada,
porque la ciudad hoy tiene trampa,
la culta y vieja Praga
mientras tú dormías
se ha vuelto un polvorín de rabia
y, tierna chica,
todo, todo estalla.
no es la hora bendita
para correr de plaza en plaza,
pisar con fuerza el empedrado,
no es momento de que tu cerebro
te transmita una vez tras otra
la sonata de Vivaldi
que con ansia esperas el interpretar
en la vieja sala,
casi desnuda,
encriptada en ese edificio tan antiguo,
en un baile de pasión confusa
con el violín besando tu mejilla,
y tú desgranando
esa juventud entristecida,
como si sobre el pentagrama
lloraras.
No es el día requerido
para que te pasees con confianza,
celerosa, con el alma mostrada,
porque la ciudad hoy tiene trampa,
la culta y vieja Praga
mientras tú dormías
se ha vuelto un polvorín de rabia
y, tierna chica,
todo, todo estalla.