Dos cuerpos para Visconti

-Poema escrito a partir de unas escenas del film "La caída de los dioses", de
Luchino Visconti.

En esa hora de la madrugada cuando la luz
todo lo vuelve azul, las sombras se pasean
por unas paredes cómplices y cansadas,
por esos muebles tan oscuros, tan cargados
de snobismo, tanta historia mal contada...
y entonces esos cuerpos blancos, tan pálidos
como dos lunas, con apariencia de enfermos,
pieles con sabor a nada... es cuando los dos,
por entrañados que estén se sienten distanciados,
y querrían aún estar mucho más lejos...

Ella, con sus senos caídos, planos sobre el cuerpo,
echada en esa cama que se encendió pero ahora hiela,
no quiere ni mirarlo, tira de la sábana, siente la vergüenza
del pecado, solloza y en las palmas de sus manos
se queda el rímel de la noche de fiesta.
Teme no poder volver a quererlo, le asquea
que juegue con sus medias, que huela sus enaguas,
incluso que pase sus tiernos dedos sobre el vestido
color de fresa.

El, sentado ante el tocador tan poblado, busca su origen
entre frascos y retratos, levanta la cabeza
y observa en el espejo sus hermosos ojos verdes
que han enrojecido por haber llorado. Lo quería hacer
y por eso la obligó, la suplicó, se lo echó en cara cual un villano,
pero ahora, tanto morbo saciado, ése se ha vuelto un puñal
que le sangra la conciencia. Se muerde los labios,
le angustia su presencia, allí, a sólo unos pasos,
en una cama que él ha robado... querría ponerse en pie
como un hombre a carta cabal, mirarla a sus ojos claros,
decir, roto, autohumillado: Mamá te pido perdón,
dime que aún me quieres, como antes de esa noche
que ha sido una borrachera cruel, un espanto.

Pero Visconti prefiere un silencio como la niebla,
una culpa que se comparte, que se cierra en los corazones,
una bellísima luz azul que todo lo envenena.
Esos cuerpos tan blancos como la enfermedad
han de aparecer sentenciados.